Editorial desde la recepción


Uno de los hermanos Chang sufre de melancolía. Nosotros creemos que es el menor, aunque a veces nos parece que el nostálgico es el mayor. El problema no es tanto la melancolía, sino no saber cuál es el menor y cuál el mayor. El problema, la verdad, es no saber cuál es el melancólico.

Lo vemos con su taburete a la entrada del negocio, mirando a la calle, fumando en silencio, se pasa así la tarde entera y gran parte de la noche. A veces es la hora de cerrar y el tipo sigue allí como una estatua que mira al mundo pasar. “Señor Chang, disculpe, que estamos cerrando ya y hay que meter el taburete o se lo roban”. No dice nada, aplasta la colilla contra la suela, se levanta para que retiremos la sillita, y se queda mirando al mismo punto fijo al otro lado de la calle.

Después de darle vueltas y discutirlo llegamos a la conclusión de que el tipo tenía un guayabo brutal por su lejana China. Que seguro añoraba sus baños públicos, las letrinas compartidas, las peleas de grillos, los tés y los aguardientes chinos en medio de gritos y risas en chino. Y entonces sumamos los billetes que teníamos en las carteras para comprar dos grillos (uno para cada hermano), varios litros de cerveza Tsingtao y unos tés de hierbas milenarias (que vamos a llamarlos así porque nadie pudo leer lo que decían los caracteres en chino del empaque y ningún chino fue capaz de decir Pasiflorina o Valeriana en español) y les juramos que no compramos las letrinas ni los baños públicos porque se nos salían de presupuesto.

El día en que les regalamos a los Chang sus grillos de pelea, los tés y las Tsintaos se nos quedaron viendo con cara de “qué gente tan rara son estos venezolanos”. Dieron las gracias con una ligera inclinación de cabeza, pusieron los obsequios en el suelo y se sentaron ambos en sus respectivos taburetes a mirar el mundo pasar.

Esa misma noche, a la hora del cierre, los Chang levantaron sus huesudas nalgas de sus respectivos taburetes y, señalando simultáneamente a un punto fijo en la otra acera, dijeron algo que parecía sacado de un texto de Enrique Enríquez: “La M de Motel sugiere una cama distinta a la rígida H de los hoteles. Es una cama que no es para dormir”. Nosotros nos miramos con cara de “estos chinos son más raros que nosotros”, vimos en la dirección en la que apuntaban los índices de los Chang y entonces nos dimos cuenta de que se referían al motelito de la esquina con su M alumbrada por neones amarillos. “Todas las parejas entran allí como si ocultaran algo, pero cuando salen lo hacen con una sonrisa y un alivio que no se pueden esconder” dijo el menor. “Eso debe ser por lo de la cama en M. Quienes se acuestan allí están destinados a encontrarse en el medio” dijo el mayor. “Queremos un Motel Chang, para que la gente entre temerosa y salga feliz” dijeron los dos. Y, dada la orden, se fueron.

Nos dejaron las cervezas, los tés y los grillos. El mío va ganando el campeonato 3 a 1, ha crecido el doble y tiene algo de sobrepeso (si le hacen un antidoping le van a descubrir trazas de Tsingtao con hierbas milenarias, pero eso es un secreto).

En cada habitación pusimos micrófonos y cámaras ocultas. Los monitores de “seguridad” están aquí en la recepción debajo de un tablón negro. Es como vivir en una película las 24 horas. Este es el mejor trabajo que hemos tenido. Ojalá el Motel Chang no se nos acabe nunca.


Fedosy Santaella y José Urriola (recepcionistas)


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4 comentarios:

un tordo dijo...

en esta edición de los Chang hasta hay que ir entradas antiguas! aquí todos saben que la Guaira es lejos. Buenísimo este motel, cinco estrellas.

rolando peña dijo...

La verdad que hacerles un comentario es tan complicado es una declaracion de principios, LES MANDE UNOS COMENTARIOS Y NO SE SI LOS RECIBIERON, DONDE LES DECIA QUE ERAN INGENUAMENTE PERVERTIDOS, JODEDORES, Y QUE TENIAN UNA INMENSA VOCASION DE COMUNICASION CON LOS DESOCUPADOS DE LA HISTORIA, LES PREGUNTABA ¿ QUE PORQUE NO ME INVITARON A PARTICIPAR MAS EN ESTA ESTUPENDA JODIENDA UNIVERSAL....? SALUDOS ROLANDO PEÑA

Olalla dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Olalla dijo...

Para mí uno de los mejores números que he leído.

Siempre me encanta participar pero degustarlo del primero al último ha sido darme un banquete delicioso.

Besos y gracias