Sed

Joaquín Ortega


Contar con el lujo de la pereza nos vuelve malagradecidos, desatentos y hasta un poco huraños. Así, feraces leyendas quedaron pinceladas en una sucesión de imágenes prendidas en corchos, a modo de memorias diversas, entre ruidos de cadenas y armas santas a medio disparar. Como en un tríptico fantástico, en donde corren hombres lobo espumantes o enfermeras suicidas –y quienes puntuales aplican medicinas mortales por perpetuos pasillos- un convicto de la contemplación incontrolada despejaba un círculo, tratando de que el rabillo del ojo no lo traicionara y le hiciera orientar sus pupilas sobre la carpa, que armaban relamidos, los señores de un circo lujurioso, ruin y clandestino, para casi todo el mundo.

Aferrado al trapo que húmedo limpiaba el piso manchado de grasa de cocina y mierda de la calle, usaba sus brazos como la fuente de un valor, a ratos perdido. Así, cruzado de oraciones inútiles y sudores fríos, vio a un gordito beber, entre cortes y transiciones. Fue el resumen de una vida en pocos minutos, entera y mecánicamente en esa única tenida, intolerable para un solo cuerpo. Serían -si mal no quedó registrado en el Akhásico- un relleno de tripas y sentidos, como a continuación se describe:

Dos copas de Aniversario, dos de Pampero, 3 vasos llenos de José Cuervo Clásico, un sorbo de Kafe Noir, un buen trago de Cacique 500, seis copas de Ron Ocumare, un palo de Cinzano, un sorbo de Ponche Crema con un toque de Chiapas y Marie Brizard. Una cerveza de sifón para refrescar. Un breve desmayo. Al despertar atacó con sed nueva lo que le restaba a la botella de Cynar y a la de 501. Dentro de una copa medio rota, apuntó entre mareos manejables un poco de José Cuervo Especial. Otro vértigo y una rápida alerta. Entusiasmado por una sobriedad repentina bebió a pico de botella Cherry Bols y Parfait Amour, 1492 y Coca Cola con restos de colillas. A su parecer, una caída lo llevó a un cuarto en donde apreció el reposo de casi dos días durmiendo. Recuperando la cordura, decidió frotarse las cuerdas vocales con Tullamore Dew, Balvenie, Whyte and Mackie The Thirteen, Dewar´s, White Horse, Tanqueray y Bourbon de Jim Bean. Un desastre sobrevino sobre su pecho. Algunos buches de soda para limpiarse el vómito y seguir con Greygoose y Glenfiddich, Absolut Citron Mandarin, Sambuca, Old Parr, Chequers y una botella cubierta de tierra en la que se leía Dunbar. Después de otro simbólico día de sueño atravesó su garganta, estómago e intestinos con chorros de Wyborowa, Churchill y Cazanove, fuertes tragantadas de Gran Duque de Alba y Anís El Mono, Beefeater, Gordon´s y Something Special 15. Gran bacanal. Inútil, para quien posiblemente la muerte le había mordido las ancas, desde aquel primer sueño sin resaca.

El que enjuagaba cumplía con su faena, y queriendo andarse pronto desatendía el alboroto que se hizo casi a quemarropa en el bar vacío. Sólo los muertos ebrios pueden hacer mejores cantinelas que los vivos, en especial si tienen cuentas con una eternidad que no desean enfrentar. Pero la puerta de salida rechinaba violenta. Todavía había que apagar las luces. El interruptor estaba más adentro del local, en donde ahora se agrupaban tres oscuras estampas, quienes sí estaban al corriente de que él alcanzaba a reconocerlos.

-¿Te cuestionas, cierto? -se sintió una voz, al borde de la barra.

El hombre no quería responder, pero un frío de rabia y hastío lo hizo salir de su antigua cobardía. Demasiados días encima, con un blancuzco apocamiento parecían quedarle mal estampados sobre la piel. Parecía un sueño repetido, con un aire de vieja película con malos actores, malos diálogos y mala dirección. Tras un par de inhalaciones profundas, decidió enfrentar el rostro. Se trataba de un viejo hombre fuerte, envuelto en un aura de humo grueso. Su chaleco, pasado de moda, pero limpio y bien planchado, le permitió romper el silencio tenue del bar.

-¿Por qué yo?… ¿Por qué ustedes?… ¿Por qué no?
-¿Por qué no mejor soñar con canicas?… ¿Con números dando vueltas y ganar la lotería, en lugar, de ver cuerpos de ratas del tamaño de hombres? Porque… siempre hay opciones.
-¿Opciones?… Pero, tantas súplicas… Yo… he soñado respuestas, pero me despierto demasiado lelo para que sirvan.
-¿Será que no has querido transitar a los próximos horizontes… escuchar la voz de tus dómines?
-No todos lo que me hablan son maestros. Debes estar al tanto, quien quiera que seas…
-Los que hablan fuerte y claro lo son. Sí lo son. A su manera, cada voz colegiada hila un destino, con el cual te sostendrás.
-¿Y si yo no quisiera vestirme… ni ser marioneta?
-Es tu decisión andar desnudo… pero sabes muy bien que afuera, más bien dentro, hace frío. Y lo de ser marioneta… todo depende de sí quieres mover los brazos… o para qué.
-¿Por qué su voz no se siente cubierta de moho?
-Porque no necesito hablar en tono añejo para decirte lo que sabes. Añejo, con el perdón de las energías presentes.
-¡Este infierno… de apariciones horribles y portazos interminables!… ¿De quien es la culpa? yo…
-No tuya. Esto casi siempre existió y si tuvieras la suficiente determinación –como la que pones para limpiar una de esas manchas- podrías subir otros tramos de la escalera… o ver distintos cuartos de ésta gran residencia. También, podrías ir fuera…
-No es un piso que me desviva por conocer.
-En realidad, no se vive lo que no se conoce… al menos, como tú entiendes la vida. Así que, técnicamente, lo has ocupado.
-Me parece que he estado aquí otras veces… pero en mi cabeza… los ruidos…
-Es un pedazo del pastel de tus libertades… si enciendes varias radios escucharás distintas melodías: las voces dulces, las airadas… el clima… si te concentras un poco, disfrutarás de una señal sencilla, templada…

Desenganchando el haragán apretó los ojos. Gradualmente la bulla cesó y donde la bestia de los apetitos maniobraba, se instaló un volumen natural, casi de calle solitaria.

-¿Sorprendido?
-Más bien, contento.
-Pudieras dejar el piano… nos va bien entresacarte las palabras con Ibrahim de fondo.
-¿No crees que ésta charla es más Billy Kyle?
-Pudiera ser Palmieri, pero nadie baila cuando se está en pena. Y, si te gustan los chistes celestiales, te diría que ésta cháchara es más un silencio de Monk.
-¡…!
-Es bueno verte sonreír. En fin, el resto del barullo se mantiene en el bar, y no soy quien para juzgar. Son muchas las generaciones de viciosos que a él asisten. Incluso antes de construirlo ya se bebía sobre estos peñascos y farallones. ¿Te hace gracia ver al hombre que vuelve sobre las botellas vacías sin oírlo?
-Un poco. Y sí, me molestaba el ruido de sus tripas y de su ahogo…. ¡Y la barahúnda rastrera que lo incita a que trague y trague… aunque ya esté…!
-Muy cortés de tu parte. Pero decirle muerto a un muerto no lo ofende. Es un adjetivo inocuo. Y la barahúnda es parte del compromiso de los “embriagados mínimos”… de los espíritus que se agitan entre las botellas. Su ministerio es hacerte cortejar la botella, aprender a distinguirlos… hasta que ya sea demasiado tarde…
-Sí, los he visto.
-Querrás decir “las”… son femeninos y se mimetizan. Disfrazarse es un arte andrógino que sólo los espíritus hembra pueden manejar a su antojo… por eso, las mujeres odian la bebida… detestan a otro aliento mujeril que le robe la atención de sus hombres…
-Parecen ingenuos y dan compañía… es un calor extraño…
-Sí, su calor es frío… van congelando las manos que, supuestamente, deben calentar… como te dije, es su oficio.
-Un oficio raro…
-¿Cómo el tuyo?... ¿Sabes que puedes hacer más?
-No se me antoja…
-¿No? Es tu naturaleza la que se superpone a las voces… la que te hace decir…
-Magis

En la sala, repleta de frascos y mesas patas arriba, pareció que una corriente de aire cruzara de izquierda a derecha… y a ambos conversadores, pareció darles frío.

-Conoces el término. No dejas de sorprenderme… sale normal de…
-¿Te helaste también? Ahora, la sorpresa es mía.
-Frío no es lo que mejor explique lo que sentí… pero, no es de mi sobre quien he venido a hablar… es sobre tus habilidades…
-¡No sabes por lo que he pasado, lo que esto significa, los lugares en donde estado, lo que he perdido…!
-Lo que has ganado. Siempre te hemos observado…
-¿Son varios…como usted?
-Más o menos. Algunos nos parecemos. Digamos que en el aire de familia. Te hemos visto crecer… sabemos de tu músculo. ¿Sabías que eres un natural?, lo que a tantos les cuesta, a ti parece resultarte un día de campo. Sin mas tienes que conectarte con los sueños, en donde has salido victorioso… ¿Los recuerdas?
-No sé de qué habla… ¡ha sido demasiado larga esta… debo, debo irme…!
-El tiempo no importa… tú sabes que aquí no son primordiales otras tareas ni tu reloj ni tu impaciencia… incluso, puedes aprender a tutearme. No tengo tanta jerarquía como para que te sea vedado hacerlo.
-¡Insisto, quiero irme!
-¿Y dejar que ganen las tres sombras del fondo?
-No soy el peón de nadie… al menos, no quiero jugar ningún…
-Sólo haz un poco de memoria. Recuerda las veces que has ganado al despertarte…ten en cuenta las batallas que condujiste contra muchedumbres nocturnas, las que te han hecho sentirte salpicado de grandeza. No dejes que ese cuidado, que puede ser tu aliado, te distraiga de las alianzas contigo mismo…
-¡Sólo quiero una vida, no quiero ver… ni hablar con usted… contigo… con tú, con…!
-¿Ya no me respetas tanto, eh?… Ese miedo cardinal…tu temblor primordial está desapareciendo… ¿será que quieres ver un poco mejor… uno de mis cuatro semblantes?
-¡No hay nada de ustedes que quiera conocer, no espero sino por el amanecer para poder dormir…!
-¿Dormir?... ¿Le llamas dormir a ese sudor encabritado que te aceita y con el que te ocultas de lo que acecha estúpidamente bajo tu cama? ¿Le llamas sueño a esa espera de alma apetecida… a ese brillo anegado en una certidumbre dispersa?
-¿De qué hablamos aquí?… ¡No hay tentación que no haya escuchado, no hay promesa que no haya valorado…!
-Todavía no has atendido… Tus valores están “al borde de un borde”… Si caes, pudieras levantarte hacia el trono, el que repica como miles de trompetas… Bajo tus tobillos bailan los tablones de un barco pirata. Directo a tus sienes apuntan cañones de un solo disparo. Se huele. El dominio te aguijonea las manos mientras me miras…
-¡Yo no quiero, no puedo, no debo…!
-¡“Yo no, yo no, yo no”!… ¡Deja de llorar como un niño resabiado… Tu malcriadez es parte de esa conciencia instalada que debe erradicarse, de esa guía temporal que pasará a los otros como tú. Ellos, como tú mismo ahora, no saben lo que están deshaciendo los rezagados, los que planifican distracción, bajo las suelas de sus zapatos.
-¡Si éste ruido de turbina… si estos aviones se detuvieran…!
-Las naves, los cruceros, las saetas ya están cruzando los cielos… son el fragmento viril de éste propósito sacramental…
-¡Te obligo a marcharte!
-…
-¡Yo te obligo a…!
-Vuelve tras la barra, pon la nota final, ejecuta tu voluntad… decapita a la reina que no aceptó la huida y funda la casta de la nueva élite…
-Si pudiera volver a… a… ¡no sé donde!… Tú y tus juegos de palabras… yo…!
-En mi boca están distantes los malabarismos del lenguaje… Si hay algo más confuso o menos directo, es sólo culpa de la banda en la que te coloques… Yo pronuncio la lengua de las aves
-¡Tú eres un apéndice, y me crees un espécimen… como…!
-Te veo como un disco que gira y que se pierde, si el que lo lanzó no va a su encuentro.
-¡Tú…tú… si al menos!
-Siempre has coqueteado con el desencuentro…
-¿Y me hablas de claridad… de no ser confuso?… ¡Sólo escúchate coño!
-…
-¡…!
-…
-¡…!
-Cuando miras a tu perro preferido destrozar entre sus dientes un juguete. Cuando ves a un gato jugando con un ratón o un insecto, seguramente sonríes, o ¿no? Lo mismo debe hacer Dios, cuando nos ve desnucar animales de corral en un recreo infantil, o descuartizar infelices que no son familia nuestra. Él, entre distracciones, nos debe ver con una mezcla de ternura y deseos de darnos una nalgada; una nalgada con más ruido que fuerza y con el simple objeto de hacernos desistir de la travesura. Si no lo hace, es porque de seguro esta mirando hacia molestias mayores… O porque no quiere entrometerse… O porque no le importa. La crueldad es un asunto de perspectiva, mi buen amigo. De cuan alto esté tu culo y de cuanta atención le prestes a lo que ocurra en el apartamento de abajo. De eso mismo, de ese lugar que se conoce como alejamiento dependerá todo el sentido… y de lo que tus propias bolas entiendan por vida.
-…
-…
-Era eso, ¿no?... ¿La certeza como ausencia de sed?
-Más o menos. Igual creo que tu amigo aquí atrás, sigue estirando la pata, cada noche sabiendo un poco menos de sí mismo… o de ellos.
-¿Entonces?
-¿Entonces?
-¿Qué debemos hacer?
-…
-¿Qué debo hacer?
-Lo sabes, y eliges el orden: cerrar el local, dormir con la ventana abierta y venir mañana a disipar este tufo a zánganos y crímenes… con algo más que un paño.
-¿Y si pudiera hacerlo, ahora?
-Ya lo hiciste. Brazo izquierdo con la palma extendida en alto, mano derecha al frente… ¡Ignis!

El hombre artísticamente se apropió de las formas sugeridas. El cuarto, bajo un fuego de acento y carácter marino revisó cada poro del mercado de almas. Aquellas tres sombras del fondo, dueñas del circo, fueron las primeras en licuarse en una lluvia fractal. No hubo ni una sola impiedad en evasión, no hubo ninguna bondad que no apadrinara la limpia abatida. Contar con el lujo de la pereza nos vuelve malagradecidos, desatentos y hasta un poco huraños. Más eso, no resulta relevante para un talento, al día afinado.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Muy bueno¡